En tanto el representante de dios en la tierra, el faraón ocupaba la cúspide de la jerarquía social. Por debajo se encontraba un grupo privilegiado, integrado por la familia del faraón, los sacerdotes y funcionarios. Este sector social gozaba de algunas preferencias, como estar sometido a una justicia especial y ocupar los cargos de gobierno. Este grupo también disponía de recursos económicos, grandes extensiones de tierra otorgadas por el faraón y muchas personas para su servicio.
Por debajo de este sector privilegiado se ubicaban los artesanos y los comerciantes, que conformaban el grupo social intermedio. Generalmente cumplían sus tareas en la casa del faraón o en los templos. Los artesanos trabajaban la piedra o la madera, o se dedicaban a la alfarería, los tejidos o la metalúrgica. Los más hábiles gozaban de mejor posición.
En la base social estaban los campesinos, quienes constituían la mayor parte de la población y eran los encargados de producir los alimentos. Se los consideraba hombres libres. Trabajaban parcelas que les asignaba el estado, pero también estaban obligados a trabajar las tierras del faraón, la de los funcionarios y los templos. Pagaban tributos en especias y debían participar en la construcción de las grandes obras públicas (pirámides, diques, palacios, etc.).
En la sociedad egipcia también habían esclavos: eran extranjeros, prisioneros de guerra u obtenidos por compra. Su número era reducido y no desempeñaban un papel importante en la sociedad y la economía.
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